Si eres la feliz poseedora de un trastorno obsesivo compulsivo detonado por la más mínima mancha en la cocina - describo un padecimiento real del que soy víctima - o si por el contrario el estado de la cocina te es indiferente hasta que las circunstancias de la vida te hacen imposible tolerar un gramo de churre más... en cualquiera de los casos, te digo, vas a necesitar de trucos para minimizar el tiempo, maximizar el resultado y espaciar las sesiones. Acá te traemos algunas notas, incluida una secuencia en la que te puedes apoyar para un orden lógico de la limpieza de la cocina (te dije que lo mío es un padecimiento):
- Comienza por las mesetas, que son muy susceptibles a mancharse. Los métodos varian según los materiales con los que esté construida. Por ejemplo, en el caso de que tu meseta sea de mármol (kudos), puedes limpiarla mezclando: el jugo de 1 limón, agua tibia y 1 vaso entero de alcohol al 70% (250 ml).
- Si tienes campana extractora (si la tienes, kudos nuevamente, si no, deberías pensártelo), elimina la grasa incrustada en ella, poniendo a hervir una olla con agua y zumo de limón con la campana encendida. El vapor hará que la grasa y partículas acumuladas allí se reblandezcan y facilitará su limpieza. Los filtros, mejor déjalos a remojo con agua caliente y un poquito de bicarbonato de sodio. En el caso de que tengas una campana extractora de acero, debes saber que para dejarla limpia y completamente desinfectada necesitas un poco de ginebra en un paño. Este truco sirve para toda superficie de acero. Hacemos notar que 60 ml de ginebra equivalen a Gin and Tonic (al menos de los que nosotros hacemos), así que usa este eficaz truco con sabiduría y con una propensión al ahorro.
- Los armarios y repisas lacados recuperarán su brillo si pasas un trapo empapado en leche caliente y secas con un trapo que no deje pelusa. Si son de melamina, haz una mezcla con una taza de vinagre, dos de agua caliente y una cucharada de bicarbonato. Para los de madera, haz una solución con un cuarto de taza de vinagre y unas gotas de aceite. Frota con un paño de microfibra y seca con un trapo limpio; conseguirás desinfectar y nutrir la madera a la vez.
- En el caso del horno, antes de limpiarlo, debes dejar que se enfríe por completo. Luego pasa un paño empapado con una mezcla de bicarbonato de sodio y vinagre. Esta antigua receta funciona muy bien para eliminar manchas difíciles y, además, deja un agradable olor a limpio y fresco.
- Luego las ollas y cazuelas: para eliminar los restos de comida pegados, cubre la superficie quemada con una masa hecha con media taza de bicarbonato y agua. Frota bien y luego aclara.
- Para recuperar el brillo de tenedores y cucharas puedes usar media cebolla con sal y frotarla sobre las zonas deterioradas y oxidadas. En el caso de que los utensilios sean de cerámica, podrás limpiarlos con un poco de amoníaco y detergente. Si los tienes de madera lo mejor será que los intentes blanquear con agua tibia mezclada con agua oxigenada.
- Finalmente el suelo, que es la zona que más requiere de atención constante. Tras cada sesión de cocina, recoge y barre los restos de comida. A la hora de fregar, ten en cuenta el material del suelo. Si es de cerámica, emplea agua tibia y un fregasuelos o un chorrito de vinagre. Si es de piedra natural, lo mejor es agua con jabón neutro o amoníaco. Para los suelos de madera o laminados, usa medio vaso de vinagre blanco en un cubo de agua tibia y escurre bien. Limpia los de porcelana, con una parte de jabón y 3 de agua.