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Cuando llegues a la Plaza Vieja, no sabrás hacia dónde ir primero. Los edificios coloniales se alzarán alrededor, la música de fondo parecerá el acompañamiento de una película de antaño, habrá vendedores ambulantes, novios de paseo y los niños siempre, siempre estarán riendo. Cuando llegues a la Plaza Vieja y logres atrapar con la vista cada rincón, entrecerrarás los ojos por el sol de la Isla, que no responde a husos horarios ni a estaciones, y es, entonces, cuando sentirás la necesidad de buscar amparo de la luz y te encontrarás por primera vez con el Café Bohemia.
Hace cuatro años vio la luz este espacio gastronómico que le abre sus brazos a la Plaza Vieja. Una casa colonial y el deseo de homenajear a la emblemática revista Bohemia se conjugan para ofrecerle al visitante un lugar para compartir, desde un almuerzo ligero hasta una cena gourmet, a través de platos enfocados en la comida vegetariana con guiños a la cocina cubana y sin dejar pasar por alto las carnes y ensaladas preparadas al más puro estilo italiano.
Café Bohemia trae el sello distintivo de Annalisa Gallina, una de las artífices del proyecto, quien, desde sus inicios, apostó por una oferta gastronómica diseñada con productos locales, orgánicos y una variedad de platos que traspasara las fronteras de la Isla y demostrara que la cocina italiana moderna es mucho más que las conocidas pastas. “Ha sido un enorme desafío llegar a componer una carta variada, que sirva comida ligera, pero que al anochecer refuerce sus ofertas con platos fuertes más cubanos, y en parte se lo agradecemos a esos clientes más fieles que con sus consejos e impresiones tras cada visita, también han ido conformando con nosotros, la estética y el estilo del lugar”.
Un menú renovado durante las diferentes épocas del año y un estilo de trabajo que esquiva los dogmas de las jerarquías en la cocina, también han propiciado esta innovación constante de Café Bohemia. “Si bien empezamos con el esquema del chef como figura principal, ahora mantenemos una dinámica enfocada en 4 cocineros en constante aprendizaje y un equipo de trabajo que se ha convertido en una gran familia, donde cada papel es importante y donde todos realizamos diversas funciones”, aclara Annalisa y agrega con satisfacción: “Ha sido un proceso complejo, pero muy satisfactorio, hemos superado la rigidez de una escuela de cocina determinada, lo que nos permite mantener una línea de trabajo que trasciende a una persona”.
Pero esa dinámica no parte del mero capricho, sino que trae sus propias exigencias y reglas del juego: un chef italiano llega cada semestre con las tendencias culinarias del momento, mientras se fijan las ofertas que más pueden interesar a cada comensal y prestando especial atención a pedidos especiales como comidas libres de gluten o lactosa.
“Aquí no hay espacio para un no hay, pues la carta varía en dependencia de lo que nos puede ofrecer cada temporada en cuanto a frutas y vegetales, que representan más del 60% de nuestras elaboraciones, por lo que la disponibilidad de lo que ofrece el menú tratamos de que sea impecable”.
Es comprensible entonces, que el plato más solicitado sea la Ensalada Bohemia, una creación que los acompaña desde sus inicios y que se trata de verduras tibias, resultado de grillar vegetales que se sirven en una base de lechuga con queso parmesano y vinagre balsámico. Un producto estrella que se renueva cada año debido a la gran aceptación que sigue acaparando. Los atrevidos cocteles y jugos son otro sello de Café Bohemia que agradecen clientes como el madrileño Juan Ramirez, quien refiere que: “Es un sitio especial y pintoresco y el zumo de piña con hierbabuena es excelente”. Para Annalisa ha sido muy divertido atreverse a mezclar frutas con especias, tal es el caso de los mix de guayaba con limón y pimienta negra, una atractiva propuesta que el mexicano Pável Maldonado sabe reconocer: “Es muy divertido poder encontrar nuevos sabores a partir de las frutas más comunes. Adoré el lugar y el ambiente que se respira, por lo que antes de irme de La Habana regresé a la misma mesa”. Irene, española de Galicia, también regresó antes de su despedida: “Nos encantaron los cocteles, en especial la piña colada. Y aunque no probamos ningún postre, la repostería tenía toda una pinta excelente”.
Una terraza en plena Plaza Vieja, un patio interior ideal para almuerzos de trabajo o para aquellos que prefieren la tranquilidad a la sombra, y un pequeño lugar climatizado, son los espacios que abarrotados de turistas, empresarios foráneos y nacionales, llenan de energía cada rincón del Café. Y esa amplitud física que hoy se agradece, no olvida a quien les diera la posibilidad de hacer este sueño posible. “Al principio comenzamos en el patio interior, pues extendernos al área de la terraza parecía algo inalcanzable. Por suerte, Café Bohemia tiene una reputación muy buena, y un respeto por la legalidad que nos ha ayudado mucho”. Esa manera de ser y hacer fue la que abrió las puertas a una relación mucho más cercana con la Oficina del Historiador y especialmente con el maestro Eusebio Leal Spengler, a quien Annalisa no se perdonaría dejar de mencionar, pues, gracias a su confianza, la ampliación hacia la plaza pudo ser realizada.
Durante el día, el patio interior se utiliza más para almuerzos de trabajo, o para las familias que buscan tranquilidad y donde los niños pueden jugar a la vista de sus padres. La Plaza Vieja en la noche cobra otra vida, cambia sus galas y la terraza es el lugar preferido de los clientes en busca de un sitio intimista pero, al mismo tiempo, con las preciosas vistas a la plaza.
“Aquí llegan, desde periodistas de agencias de prensa como CNN y AP, a tomar su desayuno mientras leen el periódico, hasta el viajero que degusta una ensalada en su paseo por la villa colonial”. La confluencia de muchos visitantes fue lo que les dio la idea de compartir una mesa con diferentes grupos, lo que, consenso mediante con el cliente, ha dado excelentes resultados. Annalisa es amable, conversadora y sonríe todo el tiempo, y esas cualidades han pasado a formar parte de la esencia del lugar. “Les parece muy divertido y genuino eso de compartir mesas, así intercambian impresiones sobre La Habana y sus propias vidas en otros rincones del planeta y nacen nuevas amistades”.
Innovación y modernidad parecieran ser los sellos de este sitio, donde no hay espacio para negarle al cliente cualquier capricho, pues la filosofía más pura de alimentar a otra persona es tan antigua como la plaza que circunda al Café. Casi 500 años de historias se esconden tras cada una de sus columnas, las mismas que ven nacer diariamente 500 historias más en este maravilloso y bohemio lugar, donde primero detendrá su mirada nuestro viajero.