Para Diego Hernández nada se compara con el momento en que a uno de sus clientes se le ilumina el rostro al saborear el primer bocado. Propietario de La Catedral, sitio ubicado en el Vedado habanero, Hernández considera fundamental el conformar una experiencia que anime a regresar. La clave del éxito, desde su punto de vista, yace en la correlación entre precios atractivos, buena mesa y sólido servicio.
“Existen visitantes de La Catedral que nos siguen desde La Rosa Negra, nuestro primer proyecto; de allí, de esas primeras cuatro mesas en el modesto garaje de Nuevo Vedado, viene todo”, explica.
Su “fortaleza de hoy”, popular entre locales y foráneos, ofrece comida cubana e internacional basada en ingredientes de producción nacional. El plato estrella – recomendación de interés-, es el Chilindrón de Chivo: una carne marinada durante horas en vino y especias, que se saltea en aceite con ají, ajo, cebolla, pimienta negra y sal. Posteriormente, se añade vino tinto (de mesa, no cometamos una locura) y salsa roja, para luego proceder a la reducción a fuego lento. Delicia que combina bien con arroz blanco y puré de malanga como guarniciones, y que pide a gritos una cerveza fría.
El secreto de La Catedral se esconde detrás de un sistema bien ajustado que comprende todas las voluntades; desde el parqueador hasta el cocinero, el comprador y el bartender. Se trata de comer bien, pero también de disfrutar de un Daiquirí -coctel nacional- a menor precio que una cerveza y, por consiguiente, que el cliente tenga opciones del desayuno a la cena, pasando por ese “picaíto” sabroso que viene perfecto con un trago.
Se le concede mucha importancia a la rotación diaria del restaurante, a las opiniones que los clientes expresan, ya sea verbalmente o en redes sociales y sitios en Internet. Ello se revierte en opiniones positivas:
“Muy buena climatización. Local limpio y cómodo. Los camareros son muy educados y rápidos. Las raciones son muy abundantes, la comida me pareció muy rica, pedimos lasaña y una completa con carne de cordero y todo estaba excelente. Buena relación calidad-precio. Lo repetiría seguro”, comentó un cliente desde España.
“Estuvimos cenando en La Catedral y nos gustó tanto que repetimos antes de irnos de La Habana. Es un local donde van muchos cubanos, algo que te hace pensar bien del sitio. Tienen gran variedad de platos, todo lo que probamos me gustó”, afirmó otro comensal.
Diego admite que una de las razones del éxito del restaurante recae en mantenerse abierto a todas las propuestas. Con esta fórmula, La Catedral ha logrado convertirse en escenario para uno de los productos que Airbnb, empresa líder del mercado de viajeros individuales, ofrece en La Habana: una experiencia que propone conocer más acerca de la “magia y aventura” de administrar un restaurante en Cuba.
Otra de las claves es la inserción en la comunidad: “Escuchar mucho a los vecinos e invertir en logística cuando se recibe una queja”, señala Diego, quien entiende el servicio como un complemento de las prestaciones que originan otros emprendimientos cercanos, como las casas de renta.
“Éstas envían a sus clientes para que desayunen en La Catedral porque entienden que la calidad de la oferta no hará mella en la imagen, sino todo lo contrario.
“Se piensa en todo, por eso la cocina recientemente remodelada no solo ganó en confort para los trabajadores, sino que, además, durante el proceso constructivo se tuvieron en cuenta las más avanzadas técnicas para la inocuidad de los alimentos, la limpieza y calidad de las preparaciones de la casa.
“En boca cerrada no entras moscas. En restaurante vacío no entran clientes”, concluyó Hernández.
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