Parten finalmente de la zona de La Travesía en dirección a La Jatía, una casa propiedad de un español acaudalado de la zona, quien la abandonó, al parecer ante el avance de los cubanos.
El plan es contactar a las tropas de Bartolomé Masó, pero estando allí reciben noticias de que este se ha sumado a Antonio Maceo en la Sabana de Bio.
Por la tarde, tras una comida improvisada de plátanos y queso, rememoran el encuentro con Rosalío Pacheco, veterano de las guerras anteriores quien, tras ser deportado se casó con una española natural de Andalucía.
Probablemente venga Rosalío a la memoria por el queso el cual, comenta Martí en su diario, era confeccionado por este de forma artesanal en su casa. “A lonjas de a libra” refiere haberlo comido el Apóstol, quizás una leve exageración destinada a reseñar la calidad del queso y la avidez con que fue consumido.
Interesante el que afirme haberlo hecho remojándolo en café. Aun hoy permanece la costumbre en zonas del Oriente cubano y un poco más acá, de remojar el pan en café flojo, pero hacer lo mismo con queso criollo es algo de lo que no se tiene muchas referencias. Imaginamos que el resultado de tal mezcla dependerá sobremanera de la cualidad y calidad del queso empleado.