Permanecen en el campamento de Quintín Banderas y Narciso Moncada al que arribaran la jornada anterior. Se dice poco de las comidas de día, quizás debido a lo sugerente de las anécdotas que comparten desde el día anterior.
Ya José Cefi Salas, quien sirviera de guía al general español Arsenio Martínez Campos a su primer encuentro en 1878 con Antonio Maceo, comentaba el día anterior “El hombre salió colorado como un tomate, y tan furioso que tiro el sombrero al suelo, y me fue a esperar a media legua”.
Hablaron del fallecido Guillermo Moncada, hermano de Narciso, fallecido y enterrado en locación solo conocida entonces por unos pocos unidos por voto de silencio. Se trataba de un hombre tan fuerte que según refiere Cefi, resultó herido una vez, dislocándosele los huesos de la pierna a la altura de la rodilla. Agotados otros recursos, Moncada cruzó los brazos y pidió ser colgado por debajo de ellos. Acto seguido Cefi se agarró de la pierna colgándose de ella con todas sus fuerzas hasta devolver el hueso a su sitio. En todo el proceso Moncada no emitió un sonido.
Martí consigna una entrada su diario:
“Mucho vamos hablando de la necesidad de picar al enemigo aturdido, y sacarlo sin descanso a la pelea,—de cuajar con la pelea el ejército revolucionario desocupado,—de mudar campos como éste, de 400 hombres, que cada día aumentan y comen en paz y guardan 300 caballos, en fuerza más ordenada y activa”
Sabe que si la escasez es enemiga del soldado, el estar provistos y carentes de acción es también un riesgo pues puede contribuir a una relajación de la disciplina.
Con el propósito de encaminar la guerra en la región de Holguín, se envía al general de brigada Ángel Guerra armado, entre otras cosas, de varias epístolas de Martí dirigidas a José Miró Argenter hombre fuerte en la región. Para ayudarlo en ello, envía también una arenga a los cubanos de la zona que termina:
“Ya está encendida la Isla y ese junta en nuestras filas el joven, poderoso de la ciudad, al hermano de los campos y el abogado brillante al jornalero. Ya se nos muestra respeto y admiración en los primeros pueblos del mundo. Hombres de consejo, ayudadme sin timidez, a que se entienda y se ame la Revolución! Hombres de corazón venid todos, pronto, a que Holguín pelee, como se pelea en todas partes, y renueve sus glorias! Por la guerra, a la honra. Os espera en el campo el brigadier.”