Se detienen y acampan en Vuelta Corta, campamento en la zona de Filipinas.
Nuevamente citamos al historiador Ismael Sarmiento Rodríguez, quien abunda sobre las condiciones alimenticias que debieron enfrentar los combatientes del Ejército Libertador durante la última etapa de nuestra lucha por la Independencia.
La experiencia acumulada hasta la Guerra de 1895, el carácter nacional que adquiere la contienda y una superior organización de las fuerzas rebeldes, inciden en la mejor utilización de los recursos materiales en esta etapa. Dicen los insurrectos que si en la anterior guerra resistieron sufriendo con la mucha escasez de víveres sin aniquilarse, ahora pueden repetir aquel ejemplo. En los dos primeros años de la contienda se tiene asegurada la alimentación del soldado, la contribución del campesinado es mayor y se cuentan con determinadas zonas de cultivos que promueven y atienden los propios insurrectos. En Oriente quedan los campos prácticamente en manos de los mambises y el suministro de bienes, principalmente de alimentos, es más estable.
De la victoriosa campaña del general Máximo Gómez en Camagüey, desde el 14 hasta el 22 de junio de 1895, la bibliografía consultada no registra otras alteraciones en el déficit alimenticio que las normales en un período de guerra. Sin embargo, con la Invasión a Occidente, se hace difícil avituallar de manera constante a las fuerzas rebeldes —cerca de 4000 hombres al inicio, aun siendo uno de los principales objetivos de los jefes revolucionarios en esta primera etapa. El Ejército Libertador tiene como base de apoyo en las provincias occidentales a los campesinos, jornaleros y a las familias humildes residentes en las zonas rurales, quienes, además de aportar un elevado número de combatientes a sus filas, colaboran en múltiples acciones y en concreto en el suministro de alimentos y el avituallamiento. No obstante a que, con la política de guerra implantada por Valeriano Weyler, se recrudecen las precarias condiciones alimentarias del soldado mambí, incurriendo en privarlos de los bienes materiales producidos en la zona rural, así como del consumo de los productos agrícolas, de la carne de res y del ganado caballar, principal medio de transporte del Ejército Libertador.