Se mueven para El Jobo, en donde el matrimonio de José Pineda y Gregoria Rodríguez los acogen en su casa.
Allí Martí tiene la oportunidad de dejar en su diario una descripción breve pero vívida del proceso artesanal mediante el cual se extraía el guarapo de la caña. Ejecutado a mayor escala, este es un paso intermedio en la producción azucarera que produce el guarapo, altamente valorado en Cuba como bebida refrescante y que aporta energía. Para muchos de quienes leemos estas notas, sin embargo, resulta poco común el saber que se bebía también caliente y que se empleaba como edulcorante.
Comen boniato, salchichón, licor de pomarrosa y caldo de plátano. En una nota interesante, Gómez le da a probar miel a Martí afirmando que calma la sed.
Esta parada también sirvió para que Martí redacte y envíe correspondencia a Nueva York.
En una de estas cartas, dirigida Tomás Estrada Palma, habla el Apóstol del efecto que estar en Cuba tiene en él: «En estos campos suyos, únicos en que al fin me he sentido entero y feliz, por todas partes veo al hombre invicto que lleva íntegra en el carácter toda la honra de su país».
En otra carta, esta vez dirigida a Carmen Miyares de Mantilla, escribe:
«Es muy grande, Carmita, mi felicidad, sin ilusión alguna de mis sentidos, ni pensamiento excesivo en mí propio, ni alegría egoísta y pueril, puedo decirte que llegué al fin a mi plena naturaleza, y que el honor que en mis paisanos veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriaga de dicha, con dulce embriaguez. Sólo la luz es comparable a mi felicidad».