Se mueven en la zona de Guantánamo. Después de 4 horas de camino, a media mañana, los sorprende un tiroteo. Se trata del combate de Arroyo Hondo, primero de la Guerra del 95.
Una tropa española dirigida por Copello se ha emboscado para intentar interceptarlo y a su vez es atacada por una fuerza de alrededor de 300 mambises al mando de José Maceo y Pedro Pérez, que tras un enfrentamiento de 2 horas se hacen con la victoria.
Almuerzan huevos crudos, un sorbo de miel y chocolate de «La Imperial» de Santiago de Cuba, adquirido días antes.
Posteriormente se unen a las tropas triunfantes de José Maceo, acompañándolas en su marcha de casi 8 horas hasta que hacen campamento cerca del río Jaibo.
Martí resume lo que han sido sus últimas jornadas en un pasaje de su carta a Carmen Miyares de Mantilla:
Yo escribo en mi hamaca, a la luz de una vela de cera, sujeta a mis rodillas por una púa clavada en tierra. Mucho tengo que escribir... Sentía anoche piedad en mis manos, cuando ayudaba a curar a los heridos... Y no les he dicho que esta jornada valiente de ayer cerró una marcha a pie de trece días continuos, por las montañas agrias o ricas de Baracoa, la marcha de los seis hombres que se echaron sin guía, por la tierra ignorada y la noche, a encararse triunfante contra España. Éramos treinta cuando abrazamos a José Maceo. Dejamos atrás orden y cariño. No sentíamos ni en el humor ni en el cuerpo la angustiosa fatiga, los pedregales a la cintura, los ríos a los muslos, el día sin comer, la noche en el capote por el hielo de la lluvia, los pies rotos. Nos sonreíamos y crecía la hermandad.