Tras moverse hasta la Cueva de Juan Ramírez, se quedan sin alimentos. Secundino Silvestre parte hacia la casa de la familia Leyva Rodríguez, quienes les mandan provisiones: carne de cerdo, caña, boniato asado y pollo.
La Cueva de Juan Ramírez, a la que Máximo Gómez se refiere en su diario como «Cueva del Templo», había sido utilizada como campamento con anterioridad, según refiere Martí. Ello no fue impedimento para que una crecida nocturna del río Tacre, a cuyas orillas se encontraba dicha cueva, hiciera insostenible su posición, obligándolos a desplazarse hasta un lugar cercano en donde los encuentra Silvestre, quien regresa acompañado de Abraham Leyva.
El envío de estas provisiones, por su cuantía, probablemente constituyó un esfuerzo de parte de una familia de recursos limitados como los Leyva Rodríguez. Sin embargo, ofrendas similares son consignadas en varias ocasiones en los diarios de campaña de Martí y Gómez. Se trata de un testimonio mínimo de la naturaleza de los cubanos de la época, de su compromiso con la gesta libertaria (a la que entregaron también con la misma sencillez su esfuerzo y sus vidas) y de su consideración hacia la valía de estos dos próceres.