Crujiente y oloroso, picante y dulce: el amor, servido en el plato profundo y amplio - o en el dedal, si es preciso - de la alegría, es un regalo que transmuta la existencia. Tonifica los músculos; fortifica los huesos; suaviza las líneas del destino escritas en las palmas de las manos, la comisura de los labios y el rabillo del ojo y si se consume en exceso, amenaza con añadir una panza tonelera al paisaje feliz de nuestra geografía. Si quedan dudas, pregúntale al tierno - y rollizo - infante Cupido, más detalles sobre la posología y efectos secundarios de las flechas que administra bajo tan relajados criterios. O, más cerca y no menos mítico, consulta a nuestro mensajero con gorro de chef y filipina apretada (bien apretada) quien con un chasquear de telas te extiende esta, la edición 292 del boletín AlaMesa con ofertas, informaciones y sugerencias relativas a los casi 1000 restaurantes cubanos incluidos en nuestro Directorio.
Si notas nervio en su gesto y una sonrisa cómplice es parte de su respuesta, sigue el hilo de las miradas involuntarias que hecha por encima del hombro y la verás. O como dicen los franceses: cherchez la femme (busca a la mujer), proverbio que, a juzgar por el aspecto radiante de la dama en cuestión, nuestro mensajero ha extendido de buscarla a encontrarla y de ahí a invitarla a su cocina. ¡Ejemplo a seguir!
Así que pasa a la ofensiva, salte del plato, recuerda que nosotros juntos y sumando gramos felices bajo la piel de nuestra aventura lo tenemos... todo cubierto.