El regalo inigualable que son los buenos momentos, los de fiesta, los vividos con la familia nuclear y la extendida, encuentra siempre complemento en la mesa bien servida. A esta les van bien las vestiduras de la tradición, la idiosincrasia, la identidad. Es por ello que por estos días AlaMesa te sugiere 7 lugares en donde la cocina cubana es servida, conservada, rescatada, reinventada.
La nota: Más que un restaurante, un proyecto que recrea una de nuestra tradiciones culturales más autóctonas, las Fiestas Cucalambeanas tuneras.
Lo bueno: No se trata solo de ir a comer, sino de vivir una experiencia inherente a la cubanía.
Lo malo: Está bien alejado de los núcleos poblacionales principales de la Ciudad, así que requiere armar una expedición al respecto.
Lo recomendado: El cerdo asado a la manera campesina, la comida abundante y sabrosa.
La nota: En la encrucijada entre lo moderno y lo tradicional, entre la apariencia y el contenido, este restaurante rinde tributo a dos ciudades mágicas que son permanente inspiración: New York y La Habana.
Lo bueno: Lo acogedor y tranquilo del ambiente y el servicio de alto perfil: profesional, con dominio y muy personalizado.
Lo malo: Tiene más de 200 platos en carta y puedes demorarte para decidir.
Lo recomendado: Es un lugar para ir en grupo y con ganas.
La nota: Un lugar hecho y crecido, conformado con manos de artesano desde la semilla. Hecho en Casa hace de lo mínimo y cotidiano arte que practica con vocación que pasa por la obsesión con los detalles casi invisibles. Ofrece lo que llama "auténtica comida casera" que no es más que otro nombre para esa inventiva permanente que también es cocina cubana.
Lo malo: Es pequeño, eso tiene pros y contras que tú mismo, lector, puedes imaginar.
Lo recomendado: La maneras a menudo ingeniosas en las que utilizan vegetales y frutas en múltiples y a veces sorprendentes preparaciones. Su propietaria y chef, Alina, con la que también es una delicia el intercambio.
La nota: Sin pretensiones artísticas, directo a lo suyo, Conde Baraca es uno de esos lugares pensados para restaurar al viajero cansado o a aquel que se apresta para un viaje desgastante. Un ranchón típico, rodeado de vegetación y con una extensa carta de comida tradicional criolla con algunas recetas "robadas" a la cocina internacional.
Lo bueno: Es totalmente predecible, pero eso que esperas está hecho con buena mano: limpio, fresco, bien cocinado, bien presentado y mejor servido. Las raciones pasan de generosas.
Lo malo: Parafraseando al autor: "En un lugar de la Habana..." Simplemente no puede estar más lejos sin salirse de los límites provinciales.
Lo recomendado: Los Garbanzos del Conde y la Parrillada la Estancia. Y refuerzos para poder dar cuenta de toda esa comida.
La nota: Ubicado en el onceno piso de un céntrico edificio del Vedado, Porto Habana ofrece lo que alguno de sus clientes caracterizara como una versión de alto estándar de la tradicional comida criolla.
Lo bueno: La vista excepcional de la ciudad y del mar.
Lo malo: Bueno, está en un onceno piso, así que la accesibilidad es limitada.
Lo recomendado: El Picadillo a la Habanera y (mucho decir de un restaurante) los cocteles nacionales.
La nota: Esquinita de la Habana Vieja, casita colonial cuidadosamente restaurada. Se define como de "cocina de mercado" y no precisamente criolla, pero eso no es un tipo de cocina, es una estrategia que evita atarse a una carta menú y saca lo mejor de lo que se encuentra a mano. Y lo que se encuentra a mano, se encuentra en Cuba... ergo. Así nacen platos con influencias mediterráneas y de otras tantas partes, pero con una clara raíz nacional.
Lo bueno: La atmósfera del lugar y por supuesto la comida que viene de la mano de un experimentadísimo chef.
Lo malo: La estrecha escalera interior demanda del visitante una dosis de coraje superior a la habitual.
Lo recomendado: El lechoncito mamón asado y el flan de guayaba.
La nota: Nada menos que un clásico, joya de arquitectura, epítome de la cocina criolla, corazón de la Habana Vieja, rinconcito mínimo, atmósfera al máximo.
Lo bueno: Dos palabras: La comida.
Lo malo: Está en un espacio abarrotado en el que convive y compite con varios otros restaurantes. La competencia no siempre es de las más leales y a veces la víctima es el visitante.
Lo recomendado: Los frijoles negros dormidos y la ropa vieja. ¿Qué más cubano que eso?
¿Crees que nos hemos olvidado de algún lugar? Recomiéndanos tus preferidos.