Luces de estadio y rugido de 150 mil fanáticos antecede a la subida al montículo de nuestro más que estelar mensajero con gorro de chef y maneras de experimentado lanzador. En una mano, guante de cocina (bordado por la abuela, que hasta los mensajeros tienen una y cocina riquísimo), en la otra aferra trufa de chocolate con cubierta de chocolate tamaño pelota de béisbol estándar. Entrecierra los ojos, hace el windup y coloca su proyectil en la esquinita de afuera, lejos del swing y las esperanzas del frustrado bateador. La bola alcanza segura el guante del cátcher que sonríe y mira a la superficie pulida y dulce sobre la que alguien ha cincelado con cuidado las letras que componen los primeros compases de esta la edición 274 del boletín AlaMesa que por una vez trae, además de informaciones y datos sobre restaurantes, ese sonido, amargo o dulce (según quien lo escuche) que hacen los strikes al caer.
Lamentando las pérdidas, celebrando las victorias, recordamos que esas hebras de hilo que mantienen juntas las piezas de la cubierta de una pelota de esas redondas que vienen en caja cuadrada, también atan el alma de esta nación en dondequiera que la llevemos dentro
Así que llévanos en tus manos como la pez rubia, en el bolsillo trasero del pantalón cuando salgas al terreno, recuerda que juntos, saltando de alegría en cada jugada lo tenemos... todo cubierto.
P.S. Un tributo chiquitico para el Dieciseis grande que se ha ido.