¿De qué sirve la primavera si no podemos alardear de ella, amigo lector? Si no podemos vestirla del lino translucido que ofrezca sus atributos a la mirada golosa de los transeuntes. O sentarla al otro lado de la mesa, en el ángulo exacto que hará panorama de su escote. Si no podemos escanciar en su copa el licor que teñirá sus mejillas y henchirá sus labios propicios. Porque la primavera es una amante trofeo, un juguete caro, una muñeca de lujo para nuestros deleites. Y podemos tomarla en cada mesa, sobre el mantel fino de cada atardecer hacerla nuestra. Conocemos los lugares, los orificios en la piel de lo cotidiano a través de los cuales penetrar en esa misma primavera que nos posee a su vez. No tenemos que esperar y es urgente, es ahora.
Por eso te entregamos estas palabras todas, para que salgas a buscar con nosotros lo que te corresponde de esa desordenada, preciosa estación que siempre será posible para tu abrazo en estos rincones de la Isla (ya casi 800) que te mostramos.
Así que llévala en tus ojos, que nadie la separe de ti, recuerda que nosotros, contigo, con ella, menage y otros goces, lo tenemos... todo cubierto.
P.D.: ASí comienza la edición 250 del Boletín AlaMesa. Convendrás, lector, que 250 ediciones bien valen una cucharada de poesía erótica.