El primer día, Dios creo la tierra; el segundo día creo los mares, los bosques, los animales, el tercer día dios creo al hombre…lo vio tan solo que al cuarto día creo a la mujer. Al quinto… los vio amarse tanto... ¡pero tanto! que al sexto día creo cocina, sartén, fuego… para que al amanecer del séptimo día, él pudiera llevarle el desayuno a la cama…y de eso precisamente te hablaré hoy: ¡de los desayunos!
Te confieso que el paso de los años fue implacable conmigo pues me quitó la costumbre de desayunar y, como ya sabemos, esta es la comida más importante del día. No desayunar puede ocasionar decaimiento general, mal humor, falta de concentración y bajo rendimiento físico e intelectual... nada que, si no trabajan, no se preocupen.
En lo personal, guardo recuerdos preciosos de mi infancia. Mi niñez está marcada por mi abuela, porque soy el hombre que ayudó a formar. Por esto y por mucho más les revelaré un secreto de familia... el desayuno que más nos gustaba, el que nos reunía a todos en torno a la mesa y aún hoy saboreo con nostalgia:
¡El Desayuno más estelar de mi casa!
Disco de pan con azúcar
Café con leche
Leche fría
Yogurt con chocolate
Café fuerte, bastante dulce
Un vaso de agua… y dos brincos (como decía mi abuela)
Empezamos con esta suculenta forma de preparar el pan, casi casi desaparecida por estas fechas.
Al pan se le echaba o mantequilla o quesito crema se ponía en el aparato de hacer discos y se le ponía azúcar en la base, se prensaba y se ponía al fuego, luego se viraba, se abría y se le ponía azúcar en la otra cara y al fuego de nuevo. Este método logra que el pan cree una corteza dura y azucarada que ahora mismo me hace aguas la boca ─si le echábamos mantequilla el azúcar era blanca─ El pan sale con las figuritas del aparato y realmente son un espectáculo.
El café con leche se hacía de forma tradicional, añadiendo un chorro de café a un vaso o taza de leche caliente.
La leche fría era la que más me gustaba porque mezclaba, a mi antojo, leche condensada con agua bien fría, lamentablemente por mi intolerancia a la lactosa, era la opción menos frecuente.
La mayor parte de las mañana, además del pan, lo que tomaba era yogurt con chocolate - no te gusta solo a ti... viste- es una mezcla que puede parecer rara, pero de eso no tiene nada.
Luego los mayores tomaban café. Recuerdo que siempre los niños "luchábamos" un buchito -¿será por eso que hoy me gusta tanto?- y también está grabado en mi memoria que ese café siempre se tomaba sobre lo dulce. Creo que esa es la razón por la que de adulto me siguen gustando el café dulce y las mujeres… amargas (solo un poco).
Después de los majares (no olviden probar el pan..mmm) si alguien en la mesa osaba insinuar que quería más, mi abuela decía: ¡Pues un vaso de agua y dos brincos!
Así todos nos íbamos para la escuela... felices, muy felices, eso sí.
En la próxima colaboración: les diré como hacer un desayuno para su pareja y llevárselo a la cama para que quede completamente impactada, Así que vete buscando huevos, al menos dos serán indispensables para esta velada.