Esta es la pregunta que se hacen muchos, desconocedores del funcionamiento de la actividad turística, tras la publicación en días pasados de varios artículos relacionados con la disminución de los ingresos turísticos en Cuba.
Específicamente en el artículo publicado en Hosteltur el 7 de octubre de este año se menciona que el sector turístico cubano ingresó 1060.3 millones de pesos convertibles (CUC) (941 millones de euros) en el primer semestre de 2015, 1,6% menos que en 2014, cuando con un total de 1.660.110 visitantes la factura se elevó a 1 077,4 millones de CUC (956 millones de euros). Posteriormente, el artículo hace un desglose por fuentes de ingreso (hotelería, transporte, restaurantes) de acuerdo con datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
Leído esto, la pregunta lógica nos viene a todos a la cabeza... ¿y a dónde fue el dinero?
La respuesta es sencilla y tiene que ver con dos elementos fundamentales: no estamos contando bien nuestros ingresos turísticos y la oferta del sector turístico estatal está deprimida.
El ingreso turístico de un país considera todos los gastos que realiza un turista durante su estancia, esto incluye alojamiento, transporte, alimentación, recreación, compras, entre otros.
A principios de los años 90 del pasado siglo, cuando toda la oferta relacionada con estas actividades estaba en manos de la estructura turística estatal era fácil contar los ingresos. Hoy, según datos de Perelló (2015), en el país existen 18742 habitaciones en casas de renta privada, un número superior al total de habitaciones que tiene la cadena Gran Caribe en todo el país. De igual forma, solo en el directorio cubano de restaurantes AlaMesa existen más 500 restaurantes privados listados, y hay quienes estiman que en total debe haber un millar en toda la isla. Además de lo anterior resulta, a todos los efectos prácticos, impensable el intentar determinar la cantidad que ingresan los taxistas privados por servicios a turistas y por si ello fuera poco, la empresa Cubataxi no pertenece al sector turístico, por lo tanto los ingresos que tenga relacionados con el turismo tampoco van a la estadística.
Desde las estructuras del Estado no se puede seguir mirando al sector no estatal con una mirada despectiva, y no se puede seguir ignorando su existencia como si fuera un mal necesario y pasajero o una moda rápidamente barrida por la modernidad. Si el cuentapropismo llegó para quedarse, y es el entender de esta especialista que es así, deben buscarse métodos que estimulen a los privados a proveer la información relativa a los ingresos que obtienen del turismo internacional.
De igual manera, al hacer el análisis de la estadística, deben incluirse todos los posibles gastosy no solamente hoteles y restaurantes. El turista cada vez más buscará elementos diferenciadores presentes en los destinos, aquellos que hacen único el país que visita y esos atractivos cada vez se encuentran más en manos de los oferentes privados.
A modo de ejemplo solo basta con ver los resultados en TripAdvisor referentes a los restaurantes preferidos por los viajeros donde entre los primeros 25 rara vez se encuentra un restaurante o bar estatal.
Algo similar sucede con los alojamientos, especialmente en destinos como Viñales o Trinidad, donde la oferta estatal de alojamiento además de escasa no es de calidad. Tampoco se puede decir que la oferta privada es más barata cuando hay casas que se rentan completas por 700 cuc la noche (fuente: Airbnb) o más, o restaurantes donde un menú completo para una persona puede alcanzar los 50 cuc.
Sin embargo, en la noticia de Hosteltur hay algo que es muy cierto y de lo que el MINTUR debiera preocuparse, y es la disminución real del ingreso turístico del sector estatal. Esto sí es un problema más complejo que en una entrada de blog no puede ser analizado pues tiene muchas aristas. No obstante, uno de los factores que incide es que la oferta estatal al turista se encuentra deprimida. Solo basta ver cómo debido a la calidad de las instalaciones es necesario bajarles el precio, o cómo cada día más los turistas prefieren solo comprar alojamiento y no solicitan más servicios en el hotel pues prefieren salir a buscarlos fuera.
A ello contribuye también el estado de estas instalaciones. En un taller realizado con guías turísticos recientemente, estos convinieron en que la mayor parte de las quejas recibidas por la calidad de los servicios estatales no estaban relacionadas con el servicio en sí, sino con problemas en el mantenimiento.
Las entidades turísticas del sector estatal y sus directivos a varios niveles, a veces incluso más allá del MINTUR, necesitan comprender que el sector privado cubano constituye una competencia fuerte a la que tienen que hacer frente o aliarse según sea el caso. Algunos consideran esta una competencia desleal pues los privados tienen más libertad de operación, especialmente a la hora de decidir qué hacer con sus ingresos. Se acercan tiempos de cambios profundos en este sector en el que muchas políticas, tanto las relativas a cómo se ejecutan los servicios como las que tienen que ver con la contabilización de los ingresos tienen que ser revisadas, no solo para que sepamos cuánto dinero realmente estamos ingresando por este concepto, sino los cómos y por qués de ese ingreso que garantizarán que sean tomadas las medidas necesarias para el crecimiento que tanto deseamos.