¿Es la restauración un ejercicio que retaría las capacidades de los estrategas más avezados?
También dirigir restaurantes es un juego de estrategia, aunque las implicaciones de victoria y derrota en este tablero sean a menudo mucho más complejas que las de la más trivial partida.
Como el ajedrecista, el titular de restaurante tiene a mano una paleta de trebejos (herramientas) destinadas a cumplimentar diversos propósitos y las cuales debe combinar con acierto para lograr su objetivo.
Más aun, y en detrimento de la consideración otorgada al Juego Ciencia, mientras en este el objetivo es simplemente derrotar en un lapso limitado de tiempo a un contrario que cuenta al comienzo con la misma cantidad de herramientas, el titular de un restaurante buscará la rentabilidad como meta permanente en un escenario infinitamente más escabroso que 64 casillas, enfrentando a un número que ni siquiera necesariamente conoce de competidores con los que emula también en recursos y herramientas sin igualdad posible.
Kasparov ya no luce tan rudo. ¿Eh?
En la conformación de su propuesta, el titular debe combinar no solo herramientas, sino estrategias incluso, cada una con varios elementos a conjugar, como el mercadeo o la elaboración de alimentos.
En un escenario así de complejo, siempre resulta útil el no perderse de vista, no diluirse en lo táctico del día a día, disminuyendo nuestra capacidad para detectar las amenazas y oportunidades que se nos presentan, así como nuestras propias fortalezas y debilidades para la ejecución de la estrategia superior.
La guía y el prisma más efectivo para interpretar la verdadera implicación de cada evento con el que es confrontado, pudiera venir de la enunciación de un esquema simplificado de su actividad. Una suerte de pirámide pudiera ser una imagen aproximativa:
En la cúspide se encuentra el objetivo final: obtener ganancias. Estas se obtienen mediante la venta a un precio mayor que el costo, de un producto a un cliente. Para efectuar la venta entonces debe tenerse un producto, cuya confección debe ser lo más económica posible. También debe tenerse clientes, en la mayor cantidad posible y que consuman tanto como sea posible.
De ello se derivan todos los elementos que contribuyen a confeccionar el producto y a atraer a los clientes y las interrelaciones entre uno y otro elemento incrementando casi hasta el infinito la complejidad del asunto. Sin embargo, la médula, por así decirlo, el centro de su juego y el móvil de todas sus jugadas están aquí.
• Necesita confeccionar un producto lo más diverso y competitivo posible.
• Necesita atraer a tantos clientes dentro del público que haya elegido como le sea posible.
Esta pudiera parecer una verdad sabida, sobre la cual resulta innecesario emborronar cuartillas. Sin embargo, la realidad sugiere que todo aquel que se adentra en este negocio debería repetirse verdades tan obvias cada mañana antes de levantarse a trabajar.
Es desde estas premisas desde las que debe interpretar todo lo que enfrenta en el día a día, desde la composición de su declaración de ingresos, hasta las propuestas de promoción que le son hechas.