las teclas del piano melodeando solas
él le pide a un lazo azul otro martini seco
que te hace esa luz y todos tus fantasmas
que bien poder meterte en un rincón del tiempo
A media luz se escucha a Frank Sinatra. Antes cantó el Benny y yo aquí con un trago y las ganas. Recuerdo que hace unos años soñaba con un bar decente en La Habana, un sitio de esos para tomarse una cerveza después del trabajo, para llegar con sed, pedir, disfrutar del ambiente, tal vez de la charla, de la compañía o solo beber y escuchar buena música.
Rara vez mis deseos se cumplen, pero aquí estoy un sábado por la noche esperándote en un bar.
Todo es real, la cuidada decoración, la amplia carta de tragos, la evocación a La Habana de los 50 con un toque de modernidad. Parece que es cierto el slogan. ¿Será que el tiempo se detiene aquí?
Dicen que acá se guardan las esencias de La Habana y yo quiero creerlo todo. Quiero creer, por ejemplo, que dentro de poco abrirás la puerta de este bar, que podríamos hacer nuestro.
Me encanta este lugar, la música, me gusta saber que está, aunque no pueda venir cada día después del trabajo. De todas maneras sé que tal vez una vez al mes pueda llegarme a pasar un rato a media luz, a escuchar al Benny, a tomarme una cerveza (2.CUC mediante)... a esperarte. Los viernes tienen Happy Hours, dos por el precio de uno, creo que puedo incluirlo en el presupuesto. Lo hablamos cuando llegues, pero mientras, ensayo el diálogo, bebo otro sorbo. Está helada la cerveza.
Ahora florecen los bares y la coctelería seduce y las tapas son las reinas... ¡Ah! Los cambios. Yo viniera todos los días a uno estos Bares-Restaurantes (no existe la licencia para bares) a esperarte, a mostrártelo, a probar por primera vez un trago de esos que sale en la películas... y me veo con un Gin Tonic1, con un Martini2 o un San Francisco3, como las películas...por ahora me quedo con la Cristal que nos gusta a ambos.
Sin embargo, los sabores no son nada sin tus besos. No has llegado. Es bueno tener un sitio para descansar en un buen ambiente, para sentir el sabor amargo de la cerveza atravesando la garganta, para controlar el sobresalto cada vez que alguien abre la puerta y creo que eres tú, pero no.
Ahora en Esencia Habana se escucha el susurro voces ajenas, alguien hace retumbar su carcajada, pero se siente lejos. Yo estoy sola, como si este sitio fuera solo para mí, para nosotros. A media luz el Benny sigue demostrando que es el bárbaro del ritmo, termino la cerveza, estoy a punto de pedir otra, se abre la puerta: ¡Por fin llegas, amor!
Por: Nyl
Periodista, Bloguera, Lectora impenitente y Audaz cocinera