Nadie es infeliz mientras se come una hamburguesa. Este adagio que dejara caer al descuido el comediante Gabriel Iglesias, no puede resonar más profundo dentro de quienes amamos esa mezcla adictiva de carne molida, pan y otras delicias. Se puede ser infeliz antes y después de ese lapso mágico en el que pareciera que estamos solos en el universo con el objeto de nuestro deseo y damos rienda suelta a las ganas... pero nunca durante el acto. No hay hamburguesa del todo mala, pero algunas experiencias son mejores que las otras y en ese contexto, nos parece prudente dejarte algunos tips para garantizarte pasaje hacia ese territorio elusivo que es la felicidad. Te ayudamos a hacer perfecta tu hamburguesa:
1. El pan
Todo comienza con el pan “o cómo diríamos en Cuba, el pan es la base de todo”, no hay hamburguesa perfecta sin el pan correcto. De manera general recomendamos irnos con el clásico: esto es, corteza suave “ajonjolí o no, pero mejor sí” bajo en grasas, miga gruesa y alta absorción de humedad. La idea es que al partirlo no se desmorone y que sea capaz de absorber tanto los líquidos que emanan de la carne, como los que vienen de los vegetales.
Caliéntalo un poco antes de servir y hará la diferencia. Si lo haces en el microondas se hará un poco más endeble, entonces te recomendamos que lo hagas en el sartén o la parrilla; de esta manera se formará una costra que lo hará más resistente a los aderezos.
2. La carne
Si lo que deseas es hacer tu mezcla desde cero te recomendamos comprar la carne y molerla. Opta por una mezcla de carne de res y paleta de cerdo. A esto le puedes agregar tocino en cubos, cebolla, perejil, ajo y aceite de oliva. Para sazonar utiliza sal, pimienta negra y comino nada más. Si estás muy pro y quieres hacer algo nuevo, recomendamos una pizca de canela en polvo. El resultado te sorprenderá.
El carbón les da un sabor único a las carnes, entonces si estás planeando una hamburguesada en casa, te recomendamos que las hagas a la parrilla. En caso de que no tengas asador, en un sartén súper caliente quedan muy bien. Para darle gusto a todos, el término medio en la carne es ideal. Procura que quede aproximadamente de 1.5 centímetros de espesor.
3. Los vegetales
Además de agregar vitaminas y minerales a nuestra hamburguesa, ponerle vegetales hará que tome mucha frescura y haya un contraste de temperaturas y texturas.
Además de los clásicos - tomate y lechuga - puedes añadir pepino, rúcula, col morada, aguacate, champiñones laminados, pimientos asados, hojas de espinaca. Si vas a subir a las grandes ligas puedes ponerle cebollas caramelizadas.
Te recomendamos utilizar vegetales frescos y en rebanadas delgadas, así evitarás que tu hamburguesa sea imposible de comer. Estos ingredientes te van a ayudar a que tengas texturas crujientes.
4. Los agregos
Los extras lo son todo. El primero, el más grande y épico de los agregos es el queso. No vamos a indagar acerca de qué es la hamburguesa sin queso. No vale la pena. Si la tienes ponle una rebanada del que tengas, suficientemente fina como para que gratine al colocarse encima de la masa y suficientemente gruesa como para que deje una huella en tu paladar.
Otro de los clásicos es el tocino crujiente. La lámina debe ser fina precisamente para que quede así.
Puedes añadir jamón o chorizo vela, en cuyo caso lo mejor por sanidad y calidad es que sea sellado en la misma sartén caliente. Puedes aprovechar esa coyuntura para añadir ajo o picante a este elemento.
Otra idea es poner un huevo frito o estrellado para que la yema explote cuando des la primera mordida.
5. Acompañado de...
Otro de los clásicos: las papas fritas. Puedes sustituirlas por boniato frito, chips de este o de malanga o mariquitas. Pero nada se compara con las papas.
Un consejo a la hora de preparar estas: córtalas fino, colócalas en un bol con agua a la que has añadido previamente una cucharada de sal y un chorro de vinagre blanco. Dejalas remojar por 30 minutos y échalas en aceite bien caliente.