Otra vez la reunión, otra vez el intercambio, otra vez se toma en serio: un destilado muy particular será la base de las mezclas propuestas por Jíbaro y Grados en el Pop UP de este viernes: el Ron Pacto Navío será protagonista.
Havana Club Internacional pone la nota fuerte entonces. Y para ello echa mano a uno de sus más noveles productos. El ron Pacto Navío hace poco más de un año integra la línea Premium de su carpeta. Sus características, atípicas entre los de su especie, llaman la atención.
Su historia bien podría decirse que se remonta centurias atrás, a las fechas en que las guerras napoleónicas ralentizaron el flujo de bienes entre Viejo y Nuevo mundos. La firma de un pacto que puso fin a la contienda en 1819, trajo el retorno de tales actividades comerciales.
Es aquí donde nace el antecedente del ron que hoy nos ocupa: de Francia venían los buques cargados de vino dulce, del mejor de Burdeos, y a la vuelta esas mismas barricas transportaban ron cubano. De modo casual comenzó a darse la magia: mientras duraba la travesía los barriles iban redondeando, aquilatando, dotando al espirituoso de un sabor más profundo y completo.
Cerca de tres meses se extendía el trayecto. Unos tres meses también tiene en Finish el moderno ron Pacto Navío. Nacido en San José de las Lajas bajo la tutela del Maestro del Ron Cubano Asbel Morales. Se trata de un destilado elaborado a partir aguardientes obtenidas de melaza de caña sucesivamente añejadas. Dichas bases -que pueden llegar hasta diez en la mezcla-, se dejan reposar en barricas de roble francés en busca del bouquet característico de los rones cubanos, reconocibles por sus notas de vainilla, caramelo, tostado y frutos secos.
Es entonces cuando se le agrega el plus que hace novedoso a Pacto Navío: un terminado de 90 días en barriles previamente utilizados para la crianza del vino Sauternes, un bordelés de postre elaborado a partir del blend de uvas Sauvignon Blanc, Sémillon, Muscadelle, cuya botrytización y vendimia tardía le confieren esa marca dulce, tan cotizada por los amantes y entendidos.
Imagine entonces que sobre la huella que estas mieles dejaron en la madera tiene su cierre un ron de cuerpo, con unión de aguardientes que van desde los 3 hasta los 15 años de guarda. Su color, ámbar oscuro con reflejos caoba, brillante, traslucido, hace el primer guiño para convidarnos a encontrar un producto aromático que ratifica en boca aquella vainilla y evoluciona a más complejidad, dando reminiscencias de canela, cítricos, especias, algo de mantequilla y chocolate, propios del primer intercambio con el roble. Y si bien la nariz ya había anticipado la floralidad y frutosidad (pera, melocotón, piña) traspoladas del Sauternes, en retrogusto vuelven entonces los sutiles y persistentes frutos secos, la miel y otra vez el cítrico.
Justo por esa riqueza organoléptica, el Pacto Navío se ha venido convirtiendo en una opción versátil que trasciende el típico consumo de destilado straight o a la roca, y se imbrica en la vertiente cada vez más frecuente de utilizar productos añejos, complejos, dentro de la coctelería y con ello generar drinks cuyas notas recuerden más al bouquet de la materia prima, sin eclipsarla.
Esta es la propuesta, ya tenemos fecha y hora para la cita. ¿Te apuntas?