Notas sobre coctelería escritas por un famoso cantinero hace más de medio siglo.
Ratones de biblioteca como somos (y no hay mayor biblioteca que la tal "internet") cada encuentro con la letra impresa se torna maravilla. En una reciente excavación digital encontramos intacta una colección superlativa de libros de coctelería. De entre tanta joya tomamos "El cóctel y sus derivados" de Fernando Gaviria (no el ciclista colombiano, sino el bartender español), en una edición de 1959. Su preámbulo a este libro, que reproducimos íntegro, merece los minutos dedicados a la lectura. Más allá de fórmulas de ya olvidadas mezclas, quien escribe hace énfasis en un impacto social, de la bebida como vehículo, como espacio y no como un fin. Esperamos disfrutes estas líneas.
Pocas instituciones sociales, y así puede llamársela por su arraigo, han triunfado y se han extendido tan rápidamente como el cocktail, y no me refiero a la bebida en sí, luego hablaremos de ella, sino a las recepciones o fiestas a las cuales el nombre del mismo da pretexto. El problema de la sociabilidad queda resuelto al ofrecer un cocktail.
Las virtudes de tales reuniones tienen gran importancia. Primero está el juego mutuo de atención y gratitud que la invitación supone, acudir a casa de un amigo no es acto indiferente, después, porque el cocktail es un lugar de encuentro, principio de una relación que muchas veces puede ser útil y siempre agradable por ser un pórtico a relaciones más hondas y fructíferas.
El mundo de las artes, el diplomático, el político y el menos definido, la buena sociedad, giran y toman contacto en la celebración de los cocktails y rondando esa varita hueca que es la coctelera se hacen amistades y relaciones muchas veces perdurables.
El cocktail ha desplazado al té, aquellas reuniones, normalmente tristes, donde los dueños de la casa invitaban a sus amigos con la caliente infusión, han quedado arrinconadas, cediendo el paso a estas otras, de distinto tono.
Sin llegar a las fiestas en los grandes salones con numerosos invitados, tenemos también las pequeñas reuniones en las casas particulares donde ofrecer un cocktail a un reducido grupo de amigos es tan frecuente; rara es ya la casa donde no existe un pequeño mueble bar.
Pensando en los propietarios de estos ares en miniatura y también en los profesiones que con frecuencia tenemos que consultar fórmulas olvidadas, vuelvo a editar este libro que contienen todos los cocktails conocidos que se piden en las barras del mundo, intercalando entre ellos algunos de mi creación, que brindo con sumo placer a unos y otros, tratando con ello de poner mi granito de arena a este arte de la coctelería.