Permanecen en la misma locación y envían un grupo a La Venta para adquirir vituallas.
Aprovecha Martí para escribir una circular a los jefes de la insurrección en la que condensa toda su visión respecto a la estrategia a desarrollar:
Este principio se ha de tener constantemente en la memoria, y por él se ha de resolver por el Jefe u Oficial cualquier caso imprevisto:
— La guerra tiene el deber de destruir todo lo que, de cualquier modo, ayude a mantenerse o defenderse al enemigo (…) cualquier falta de vigilancia, cualquier falta de persecución, cualquier falta de ataque, cualquier descuido que dé al enemigo lo que se le puede quitar, o le permita recibir lo que no debió llegar a él, es un delito de traición a la patria.
Los trabajos pacíficos (civiles) de cuyo producto va a aprovecharse el enemigo, bien sea por la contribución que cobra sobre ellos, bien por la ganancia de los que la ayudan,—se han de impedir, todos. Las reses que pasan a alimentar al enemigo, o a los poblados que le sirven de estación, o a las ciudades donde se hace fuerte, donde se prepara a atacarnos, y donde se repone de sus pérdidas y enfermedades,—deben ser detenidas y dispersas, sin excepción, y castigados los que las lleven,—o amparen su entrada.
Las ciudades, deben estar aisladas de todo recurso, en zozobran perenne, recibiendo sin cesar pruebas de la actividad de la revolución; para que estén dispuestas a ayudarla, por acabar las privaciones que le vienen de ella, y por su poca confianza en un gobierno que no las puede librar de la escasez o el hambre.
Las vías todas de comunicación,—correo, telégrafo, ferrocarril, deben estar siempre inservibles,—los correos, prohibidos; el telégrafo, cenado; el ferrocarril, destruido, o siempre fuera de uso; y los caminos de agua y tierra, ocupados o molestados en sus cruceros principales.
Cerrar todas esas fuentes de fuerza material y moral al enemigo es el deber de todos, en todas partes, en todos los momentos; y dejar abierta al enemigo, o floja, una sola puerta o vía, es ayudarlo, es contribuir a que se fortalezca y se reponga,—es el delito de traición a la patria.
La parte más importante y decisiva de una guerra no está en las batallas, ni en los hechos de valor personal; sino en el sistema inexorable con que, de todas partes a la vez, se debilita y empobrece al contrario, se le quitan recursos y se le aumentan obligaciones, se le obliga a pelear contra su plan y voluntad, y se le impide que reponga sus fuerzas.