Establecieron el campamento en la finca La Yuraguana, cercana a la Sierra del Maguey, en las inmediaciones del ingenio Santa Cecilia.
En el Diario de Campaña de José Martí puede leerse la inquietud que experimentan en la medida en que crece la certeza de que tropas enemigas están tras su huella.
Si bien no se consigna nota sobre las comidas del día, Martí hace una sincera apología de la vida en campaña, a la vez que desestima las razones de quienes no la adoptan temiendo las vicisitudes que vienen con ella: «Comer, lo da la tierra; calzado, la yagua y la majagua; medicina, las yerbas y cortezas; dulce, la miel de abejas».