Tonada entretenida asomando silvido, gorro nuevo, leve resaca ferozmente combatida, filipina de tela vasta e impoluta, zapatos de goma gastados por tanto ir y venir: el personaje. Reacomodo de muebles (dizque por lo del fenchui ese), remolino de enseres, recetario renovado y una foto calladamente añadida a la pared del fondo (sitial de ilustres cocineros): el escenario. Y cuando los juntas tienes eso que se cuece en la cacerola: la edición primera, primerísima del 2017 y a la vez la vieja, antiquísima, la 287 del Boletín AlaMesa con todo lo que necesitas saber sobre lo que te gusta a ti... (¡échate para allá, Héctor Villar, que no es la pelota!) la pa-pa, condensada en informaciones y datos sobre los casi mil restaurantes cubanos incluidos en nuestro Directorio.
Dejando a un lado la cuchara, corremos a abrirle la puerta, a darle la bienvenida al invitado que, como primo del interior, llega para quedarse... al nuevo año. Un año increible, un año imposible, un año que casi arranca la portería de cuajo. Uno en el que viviremos en peligro, en el que forjaremos el amanecer, en el que encontraremos la receta, derrotaremos a los persas, beberemos del cuerno de la abundancia, nos desharemos de viejos vicios (en favor de vicios nuevos), transformaremos tejido adiposo en muscular y develaremos el secreto mecanismo hidráulico que abastece de agua a los cocos. Un año en el que finalmente descubriremos el verdadero significado del término "alafockingniga". Un año como para besarlo, como para ponerlo en una cadenita, como para presentárselo a la familia, hacerle el amor y la guerra y empujar hacia él una albóndiga con la nariz.
Y nada más que decir, como no sea que lo captures y lo disfrutes, que lo vivas y recuerdes que junto a nosotros lo tendrás también en el 2017... todo cubierto.