La reconocida chef española, Eva Arguiñano, imparte por estos días un Taller de Repostería en La Habana. Pocas horas antes del inicio de la dulce aventura compartió sus expectativas sobre el proyecto que también la reencuentra con Cuba.
Entra, saluda, intercambia par de ideas en el salón, pero en un pestañazo Eva Arguiñano está en la cocina del restaurante Prado 115. No podía ser de otro modo cuando se trata de una mujer que se ha desarrollado profesionalmente entre ollas y moldes y en ese sentido desborda pasión.
“Menta, guayaba, ron y hielo y ahí tienes una bebida muy refrescante”, sigue y pasa a otro tema. Con Eva cerca uno debiera tener siempre a mano en qué anotar, porque siempre salen trucos, siempre hay recetas por descubrir.
Cuando comenta de los postres que tiene pensado compartir con las mujeres asistentes al Taller de Repostería le brillan los ojos. Rodeada del equipo de Prado 115, restaurante que abrirá sus puertas al público después del evento. Enseguida se adentra en los modos de conseguir una masa quebrada o una crema pastelera. En unos minutos evalúa los ingredientes necesarios, las combinaciones con frutas que puedan hallarse en el mercado cubano… Eva es un torbellino de ideas.
Su participación en el Festival ellas crean, organizado por la Consejería Cultural de la Embajada de España en Cuba, le ha facilitado el reencuentro con la Isla y se le ve encantada. Hace 24 años estuvo en La Habana como parte de una delegación invitada por el Gobierno Vasco para un hermanamiento con el pueblo cubano.
“Tuve el honor de venir, de estar aquí, viviendo unos días que para mí fueron maravillosos y tenía un recuerdo buenísimo de Cuba. Me quedé siempre con ganas de volver”, cometa Eva con una sonrisa transparente, contagiosa.
La posibilidad de volver llegó a través de un correo electrónico donde le comentaban del evento en el que estaban buscando a alguien que estuviera dispuesto. Ella revisó su agenda y vio que justo tenía esos días disponibles. Contestó que sí, que estaba interesada, pero debía aclarar algunas dudas.
“Entonces me llamó Pablo Platas, consejero cultural de la Embajada de España. Hablamos. Me preguntó:
― ¿Y tú cómo lo ves?, preguntó
―Yo lo veo así, así y así, respondí
―Pues tú estás interesada y yo tengo claro que quiero que vengas tú”
Así es como Eva Arguiñano está impartiendo desde este lunes y hasta el viernes un Taller de Repostería, en Prado 115, en La Habana, en Cuba.
“Creo que puedo dar un servicio”, comenta y esa es para ella la esencia de esta aventura, como parte de un evento que, en su segunda edición, coloca en centro de atención la creatividad femenina, sus potencialidades y maneras propias de hacer.
Después de verificar ingredientes, tipo de moldes para las creaciones a compartir con emprendedoras cubanas que tienen un negocio o aspiran a tenerlo, Eva sintetiza sus expectativas. Lo tiene muy claro:
“Quiero explicarles como yo organizo mi cocina, cómo me he hecho una profesional, como he sacado adelante los gastos de mi casa y de mis hijos sobre la base a la comida.”
Esta mujer reconoce que lo ha hecho bien por más de 30 años y no tiene problemas en compartir los secretos de su éxito.
“Lo que quiero enseñarles es cómo lo hago yo…cómo lo he logrado. Qué tipo de trabajo realizo desde que entro en la mañana en la cocina. Cómo guardo, cómo organizo, cómo limpio, cómo gestiono el tiempo para poder sacar un dulce rico, que me lleve poco tiempo, esté bien organizado y con productos de cerca de mi casa.”
Con una experiencia profesional muy vasta y una carrera consolidada en televisión, donde ha sido la estrella de diferentes programas a lo largo de los años, pareciera que siempre está lista para comunicarse, para enseñar.
Actualmente trabaja en la escuela de cocina de Ayala. Nos visita precisamente en el momento en que a los alumnos les corresponde la parte teórica, porque lo suyo es, el gorro, el delantal, el trabajo.
“En pastelería se utilizan muchas masas que yo les llamo´muertas´, masas que no tienen levadura, que pueden ir al congelador en crudo y que luego cuando las necesitas las sacas, se descongelan, horneas, y no pierden absolutamente nada de sabor. (…) horneas y le puedes dar el punto perfecto y se puede usar como unas galleticas para acompañar un café, o de base para una tarta de manzanas, de plátanos, de ciruelas o también te vale para ponerla rota con frutos secos encima de un yogurt.”
Un esfuerzo titánico
Eva Arguiñano sabe lo que cuesta abrirse paso en la vida. Su experiencia lleva la marca del ser humano que es.
“He ido aprendiendo sola, leyendo mucho y trabajando mucho más”, asegura y más adelante se detiene en los extras que necesita la mujer para conseguir sus sueños profesionales.
“En mi país las mujeres trabajamos igual que los hombres, porque ellos no ganan lo suficiente para mantener una familia. Hacen falta dos cabezas. Lo que ocurre es que los puestos de poder, da igual que sean en la cocina, en la banca o en la política, las cabezas son masculinas. Esto se debe ―puede haber muchos factores― pero el principal es que la familia recae sobre nuestros hombros y eso requiere mucho tiempo y mucho esfuerzo. Si no se comparten las labores es muy complicado que una mujer pueda desarrollarse su faceta profesional a un nivel de élite. No digo que sea imposible, porque muchas mujeres que lo están haciendo, pero con un esfuerzo titánico”.
“En mi caso sí ha sido un espacio profesional de realización. Soy madre, tengo dos hijos y el esfuerzo económico de la familia ha recaído en mis hombros y he conseguido sacar a mis hijos adelante trabajando mucho en la cocina, con mucho cariño”, dice y otra vez los ojos la brillan y la sonrisa es más amplia.
Para cuando el diálogo está a punto de terminar, Eva vuelve sobre las ilusiones que la han traído a Cuba.
“Me quedaría contenta si yo sé que ayudo a alguien, si les doy ideas, si alguien dice, ‘bueno, es verdad, esto podría..’ si aporto un poquito de conocimiento, porque la cocina no es una receta, la cocina es tener conocimiento de lo que hay y, con lo que hay qué puedo hacer.”
Lo importante es saber, según esta chef. Describe y uno la ve creando, sacando delicias con ingredientes que están ahí, pero no los habíamos mirado con los ojos de Eva.
“…es como abrir la puerta del armario, ver lo que hay y sacar algo bueno de eso. No tiene por qué ser ni caro, ni exótico, con lo más corriente sacar algo bueno, eso es la cocina…”.Para dejar claro que es cierto subraya: “con tres ingredientes sacas pan y con seis te montas una pastelería”.
De todo esto habla por estos días Eva en Prado 115, ese restaurante-bar que, cuando abra el próximo 20 de octubre, seguro dará de qué hablar. Con el gorro rosa en la cabeza, los ojos más brillantes y la sonrisa perfecta, Eva Arguiñano, solo tiene una certeza: “Esto va a salir fantástico”